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"PARAPENTE”


En primer lugar queremos explicar la denominación del proyecto ya que está cargada de significado. Hemos elegido este nombre como simbología del salto al vacío que puede ser la experiencia vital para muchos niños y niñas. Sin embargo, el parapente es el medio que previene el anunciado golpe en ese salto al vacío y que además hace disfrutar el vuelo.

Dentro de la violencia de género, la conducta violenta del agresor a la mujer es un riesgo para las criaturas. Muchísimos estudios prueban que los hijos e hijas, sean víctimas directas o indirectas, padecen enormes consecuencias negativas, tanto para su desarrollo físico como psicológico, tanto efectos a corto como a largo plazo, afectando a sus emociones, pensamientos, valores, comportamientos, rendimiento escolar y adaptación social.

Los niños y niñas no son víctimas sólo porque sean testigos de la violencia, sino porque "viven en la violencia". Son víctimas de la violencia psicológica, a veces también física, y crecen creyendo que la violencia es una pauta de relación normal entre adultos.
Pero lo peor, al estar en fase de crecimiento y desarrollo madurativo, conforman su personalidad en función de la violencia y la toman como modelo, interiorizando los roles de maltratador o maltratada. Interiorizan patrones de comportamiento violentos y no discriminan lo que es adecuado o está bien, de lo que es injustificable.

Estas criaturas crecen inmersas en el miedo. Ellos y ellas son candidatos al diagnóstico de toda la variedad de trastornos por estrés traumáticos, depresiones por desesperanza o de posibles trastornos de personalidad. Manifiestan conductas externas: agresivas, antisociales, desafiantes e internalizadas como la inhibición, el miedo, la baja autoestima, ansiedad, depresión, síntomas somáticos, etc.

Los niños y niñas son también víctimas de la violencia de género infringida a sus madres. Lo son, en muchas ocasiones, como víctimas directas de violencia (física y/o psicológica) y también como víctimas indirectas porque presencian la violencia entre sus padres, con los daños que conlleva para su desarrollo. Es necesario resaltar que además de ser altamente probable que niñas y niños sean también víctimas directas de violencia física o psicológica en situaciones de maltrato doméstico, los hijos e hijas de las mujeres maltratadas son receptores directos de la violencia contra sus madres, aunque directamente no hayan recibido ni un solo golpe.
Es decir, una niña o niño es víctima aunque esté en el piso de arriba escuchando los gritos de su madre. Lo que victimiza a una personas es vivir en un entorno de terror, independientemente de que la agredan o no.

Vivenciar la angustia de la madre maltratada, su temor, inseguridad, tristeza, les produce una elevada inseguridad y confusión. Esa angustia se traduce en numerosos trastornos físicos, terrores nocturnos, enuresis, alteraciones del sueño, cansancio, problemas alimentarios, ansiedad, estrés, depresión, etc. Así, sabemos que la mayoría de los menores sufre3 estrés postraumático severo, un trastorno de que se produce por padecer un miedo extremo a morir o ser dañado uno mismo o nuestro ser más querido. En el 60% de los casos se observa reexperimentación del trauma: cualquier evento que les recuerde aquello que han vivido les provoca un terror incontrolable. Más del 50% de los pequeños están hipervigilantes: siempre alerta esperando dónde va a venir la agresión.

Es muy frecuente también que estas niñas y niños muestren también gran agresividad. Canalizan mal esa ira contenida que no pueden dirigir al agresor. A menudo, tienen trastornos cognitivos: empiezan a hablar más tarde, a leer con retraso… El miedo les impide concentrarse en los estudios, aunque también se da le caso contrario, niñas y niños que se evaden en los libros y son estudiantes brillantísimos.

Por todo lo expuesto anteriormente consideramos necesario trabajar con los y las menores que están sufriendo esta violencia. De esta manera presentamos “PARAPENTE”, financiado por el Ayuntamiento de Burgos, que incide en la recuperación de las hijas e hijos de mujeres en proceso de superación personal.